SINDICATO DE LA UNIÓN DE TRABAJADORES DEL INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DEL DISTRITO FEDERAL
(SUTIEMS)
(SUTIEMS)
MEMORIAS DEL 4° FORO ACADÉMICO DEL SUTIEMS
"Balance y perspectivas a 10 años del Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal"
20 y 21 de septiembre de 2010
MESA: INVESTIGACIÓN Y CAPACITACIÓN EDUCATIVA
La investigación en el Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal
M. Beatriz Flores Paniagua
Plantel Ricardo Flores Magón
Como suele pasar con toda actividad humana, hay muchas ideas y representaciones simbólicas de lo que significa “investigar”. La filosofía contemporánea ha puesto de manifiesto que investigar es de suma importancia porque el saber ejerce una poderosa determinación sobre la realidad. De ahí la trascendencia de que exista saber, de que el saber sea difundido, y de que haya que profundizar en el saber mismo, en los conceptos, imágenes y representaciones que están contenidos en él, para conocer no sólo cómo se construye la realidad sino también su virtualidad para construir una realidad diferente.
Investigar, dice el filósofo español Xavier Zuribi, “ciertamente es ocupación pero no es mera ocupación”[1]. Investigar tiene como base un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que tiene por finalidad descubrir o interpretar los hechos y fenómenos, así como las relaciones y las leyes de un determinado ámbito de la realidad, pero investigar es, ante todo, un camino para conocer la verdad[2].
Evidentemente, investigamos la verdad, pero no una verdad sobre nuestras afirmaciones, sino la verdad de la realidad misma. Esto es importante porque, de acuerdo con lo que se entienda por investigar, se elegirá un procedimiento para cumplir con esa concepción. Entonces, ¿Qué se hace en el Instituto de Educación Media Superior cuando se investiga? ¿Qué se hace con las investigaciones? En el artículo 66 del Estatuto Académico publicado por el Consejo de Gobierno podemos leer lo siguiente: “La investigación, los proyectos escolares y publicaciones, serán actividades que propongan las comunidades académicas de los planteles y las autoridades del Instituto, con el propósito de fortalecer los procesos de enseñanza y aprendizaje, la identidad de la Institución y el desarrollo pedagógico y educativo, en el marco del Modelo Educativo del Sistema”[3].
Sin embargo, para lograr que efectivamente hubiera investigación, se esperaría de las autoridades educativas algo más que acuerdos o esquemas para normalizar competencias laborales[4], esperaríamos que pensaran en las posibilidades que tienen el modelo educativo y sus profesionales. Porque, parafraseando al científico Marcelino Cerejido, en el Instituto tenemos investigadores e investigación, pero no ciencia educativa[5]. Esto es, tenemos docentes investigadores –muchos de ellos con postgrados–, experiencia de un decenio, trabajos en torno a la educación y no tenemos ciencia porque, como explicó Cerejido, ésta depende en forma crucial de que al menos una parte suficientemente poderosa de la sociedad tenga una visión del mundo compatible con ella que, lamentablemente, nuestra institución no ha desarrollado.
Con esto, lo que quiero decir es que para que la investigación que hacemos en el IEMS sea ciencia educativa necesitamos que salga de los archivos y que comience a publicarse –y no me refiero a los esfuerzos individuales con los que muchos hemos publicado algún artículo– sino precisamente a eso que hace la ciencia, a un procedimiento sistematizado y reflexivo. También, es necesario modificar el concepto que se tiene sobre formación docente. Aunque, de fondo, quizá el problema más grave sea la visión que hay sobre los docentes y su papel como investigadores.
El concepto de formación docente dentro de la Institución es limitado y estrecho. A la investigación disciplinar, por ejemplo, se le llama “trabajo exquisito”, como si aprender más acerca de lo que se enseña no sirviera para mejorar el trabajo en el aula. Quizá sea que la profesionalización de la docencia recién adquiere su significado verdadero a la luz de la crisis educativa en México, quizá sea falta de voluntad para utilizar el presupuesto destinado a la capacitación. Cualquiera que sea el motivo, cada año, las estériles jornadas académicas generan material sobre el que no se tiene noticia después. La formación académica de calidad, como un postgrado, un diplomado, un curso, se hace subrepticiamente y a contra corriente de las políticas del instituto. Incluso, en los Lineamientos a que deberán sujetarse las autorizaciones con goce de salario al personal académico podemos leer: “algunos de los actuales docentes-tutores-investigadores iniciaron por cuenta propia el estudio de cursos, diplomados, especialidades o postgrados cuando aún operaban como prestadores de servicios profesionales contratados por el régimen de honorarios”[6]. Y ante el reconocimiento de lo que llama la “participación activa” de los docentes en su formación, la institución apoyó con cuatro horas semanales al personal académico que inició sus estudios antes del 1 de enero de 2008.
Por otra parte, el apoyo para asistir a congresos quedó en papel, porque la mayoría de los que acude utiliza recursos propios y justifica sus ausencias con días económicos. Por ello es que, desde mi punto de vista y como ya he mencionado, la participación institucional para la formación académica fue y ha sido entendida como acuerdos para normalizar competencias laborales. Acuerdos que, por otra parte, no son sino lo mínimo que marca la ley en muchos casos, sin concesión alguna. Por todo esto, creo que cuando las autoridades sean capaces de reconocer la formación y la investigación docente como factores clave en los procesos tendientes a elevar la calidad educativa, entonces habrá programas y acuerdos en el IEMS que otorguen a los maestros mejores bases para desempeñarse. Pues, como se sabe, para que un país desarrolle investigación, no sólo hacen falta buenos investigadores, sino condiciones políticas, sociales y económicas que favorezcan su desarrollo. Queremos ser docentes-tutores-investigadores en una institución en la que no resulte esotérico estudiar, donde las investigaciones se publiquen, puedan ser aplicadas y no formen parte de la cadena de trámites burocráticos que se almacenan en los archiveros, donde se comprenda que conocimiento, innovación y aprendizaje son cuestiones claves para mejorar la calidad de vida en todos los países. ᴓ
Bibliografía
· Ander-Egg, Ezequiel, Métodos y técnicas de investigación social, México, Lumen,2001.
· Cerejido, Marcelino, ¿Por qué no tenemos ciencia?, México, Siglo XXI, 2004,
· Gaceta Oficial del Distrito Federal, 26 de junio de 2006.
· Rodríguez Ramos, Juventino, Lineamientos a que deberán sujetarse las autorizaciones con goce de salario al personal académico contratado por tiempo indeterminado, para participar en cursos, postgrados o programas académicos similares, 4 de diciembre de 2008.
· Romo Beltrán, Rosa Martha, “Retos, alcances y límites de la educación y la formación de docentes”,Educar. Revista de Educación, Nueva época, Número 5, Abril – Junio de 1998.
· Zubiri, Xavier, “¿Qué es investigar”, The Xavier Zuribi Review, Vol. 7, 2005.
[2] Ander-Egg, Ezequiel, Métodos y técnicas de investigación social, México, Lumen,2001, p. 57.
[3] Artículo 66, “Capítulo Octavo. De la Investigación, proyectos escolares y publicaciones”, Gaceta Oficial del Distrito Federal, 26 de junio de 2006, p. 133.
[4] Romo Beltrán, Rosa Martha, “Retos, alcances y límites de la educación y la formación de docentes”, Educar. Revista de Educación, Nueva época, Número 5, Abril – Junio de 1998.
[5] Cerejido, Marcelino, ¿Por qué no tenemos ciencia?, México, Siglo XXI, 2004,
[6] Rodríguez Ramos, Juventino, Lineamientos a que deberán sujetarse las autorizaciones con goce de salario al personal académico contratado por tiempo indeterminado, para participar en cursos, postgrados o programas académicos similares, 4 de diciembre de 2008, p. 1.
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