domingo, 14 de noviembre de 2010

Colaboración del Poeta andaluz Juan Cervera Sanchiz sobre la Revolución Mexicana


EL  MÉXICO  DE ISAAC CALDERON

Por  Juan  Cervera  Sanchís


De  ninguna manera  me  hubiera gustado  vivir  en el México
que  vivió  Isaac Calderón, nacido  el 3 de junio de 1860,
en  Numarán, Michoacán, quien  moriría el 6 de julio de
1915, a la edad de 55  años, fusilado en Salvatierra,
Guanajuato,  por  un grupo de  soldados  villistas, que ni
siquiera  sabían  quien era  aquel  hombre de aspecto frágil,
quien  se  negó a  que le  vendaran  los ojos y  murió como
todo  un valiente.
 Hechos como del que fue víctima  Isaac Calderón  suelen
suceder en mitad de las confusiones criminales  de los
llamados  movimientos  revolucionarios  que, a la postre,
nada  revolucionan.
 Isaac Calderón, paradojas del destino, fue un compositor
que  Pancho Villa,  y  todos los  villistas,  admiraban,  ya
que le estaban agradecidos por  haber compuesto nada
menos que “Las Tres Pelonas”, canción que la Revolución
hizo suya y los  villistas  cantaban a  coro,  muy particularmente
la  primera  estrofa, que dice:

“Estaban  las tres pelonas
 sentadas  en una  silla
y una a  otra se decían:
¡Qué  viva  Francisco Villa!”

 Es  bien sabido que el general  Francisco  Villa cuando
quería  oír  esta  canción, que era su preferida,  hacía señas
a una de las  bandas de su  tropa y levantaba  tres dedos de
la  mano  en alto.
 Esto  quería decir  que a lo largo de tres  horas seguidas
le  tocaran “Las Tres Pelonas”.
 Villa  se divertía  como loco escuchando  sus  notas y
coreando  su letra.
Él pues  jamás de los jamases  hubiese  permitido que
fusilaran  al autor de su canción preferida.
Quizá, y es lo  más probable,  Villa  jamás tuvo  noticia  de
lo sucedido en Salvatierra con el desafortunado  Calderón,
pero así son las cosas y los hechos son los hechos.

Isaac  Calderón, músico de gran talento, aunque michoacano
de  nacimiento, estudió  en Querétaro. Dirigió la  banda de
la  Gendarmería  Montada de  la  Ciudad de México, para
la que  hizo  adaptaciones  de  La Pastoral y  otras
composiciones  sinfónicas.

 Cuando  las fuerzas de la Convención tomaron la capital
de la República  el general  Villa incorporó  la  banda que
dirigía el maestro Calderón  a sus ejércitos.
 En  no pocas ocasiones, los  músicos, tuvieron que pelear
como soldados. Y así  lo hizo Isaac  Calderón, aunque
según  Rubén  M. Campos:

“Era  un hombre de complexión débil, encorvado  y
envejecido  prematuramente.”

 Sobre  esto  agrega Hugo Grial:

“No  obstante  la  aparente debilidad de  Calderón fue
un valiente en la  guerra y trocaba la  batuta de su
dirección orquestal por el 30-30, con la  misma facilidad
que componía  sus  marchas  militares  y polonesas.”

De la percepción y sensibilidad  musical de Isaac Calderón,
narraba  don Agustín  González,  maestro de Querétaro y
sabio erudito,  lo siguiente:

“En cierta ocasión estrenaba  yo en Querétaro la “Haldeguns
March”, de Grieg.  Invité  a  Calderón  al  estreno  de la obra.
Por circunstancias que  nunca supe  se retrasó. Esto  lo obligó a
quedarse  fuera  y escuchar  la  obra  desde  la puerta. Al
terminar acudió  a felicitarme.  Al comentar  la ejecución me
hizo una observación que me dejó admirado. Calderón me
hizo  ver que, en su concepto, había un hueco que debió ser
llenado por cierto instrumento. Lo  curioso  es que el músico
que  debía tocar el instrumento lo había sustituido,  faltaba
en verdad el timbre señalado por la  finísima percepción del
maestro.”

 Calderón,  sin embargo, era un hombre  modestísimo. En
muchas ocasiones  los melómanos exquisitos que  había
entonces  en la  ciudad  de México  lo vieron dirigir, en el
quiosco de  la  glorieta central de la Alameda,  la Sinfonía
Pastoral  de Beethoven.
 Era lo que, a  finales  del siglo XIX,  gustaba escuchar a
la gente  del pueblo en  México,  aunque  hoy  nos parezca
algo  increíble,  dado  lo que  hoy  gusta  escuchar  al pueblo
viciado  por los  nuevos  medios  de  comunicación.
 La danza  de “Las Tres Pelonas”, era una danza, fue
compuesta en realidad  algunos  años antes de que estallara
la  Revolución  y ésta la  hiciera suya  añadiéndole  la letra
tan celebrada por  Villa.
 Calderón   compuso “Las Tres Pelonas”  como  una
ocurrencia inspirada  en sus  hijas Ángela, Leonor y
María. 
Siendo muy  niñas, como  miles de infantes de entonces,
víctimas  de la epidemia  de tifus, que asoló  a México
entero  entre los años  de 1892 y 1895, fueron peladas  al
rape  y, al verlas Calderón, le causaron tanta gracia que,
de inmediato, se inspiró y surgió en honor de sus  hijitas
la  danza  que, el compositor, llamaba  para sí y en familia,
de “mis tres  peloncitas”.

 Ni le pasó por la cabeza, corría el año de 1893, a Isaac
Calderón  que habría Revolución  y, “Las Tres Pelonas”,
se convertirían en una  canción  a la  que le pondrían letra
para  halagar a un personaje  revolucionario  y pasar de
ese  modo  a la  historia,   convirtiéndose, finalmente,
en su pasaporte  para  la posteridad.
¿Os  que  alguien se  acordaría hoy de Isaac  Calderón  si  no
fuera por ello?  

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