SINDICATO DE LA UNIÓN DE TRABAJADORES DEL INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DEL DISTRITO FEDERAL
(SUTIEMS)
(SUTIEMS)
MEMORIAS DEL 4° FORO ACADÉMICO DEL SUTIEMS
"Balance y perspectivas a 10 años del Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal"
20 y 21 de septiembre de 2010
Apuntes sobre el IEMS a diez años de su creación.
Por Everardo Espinosa Paz
A diez años de la creación del Instituto de Educación Media Superior como una demanda de la comunidad de Iztapalapa, es conveniente replantearnos si el modelo es vigente, si necesita correcciones y, también, puntualizar si a diez años se ha entendido el modelo y se ha instaurado en su totalidad. Considero que esto último ha sido el principal problema en el funcionamiento óptimo de la Institución. Se ha perdido la calidad y el funcionamiento que se tenía pensado en un principio con las figuras de los consultores, nunca hubo una buena definición del papel de las pedagogas en los planteles, quedando sólo como unas semiespías y ahora no se sabe que es de ellas y cuál es su función. Nunca se pudo instalar a los psicólogos, ni a los trabajadores sociales por plantel, etc. Estos son unos ejemplos de lo que ha diez años no se ha hecho o se ha realizado mal.
También es cierto que profesores, coordinadores y autoridades entienden el modelo, cada quien, de una forma muy particular y lo aplican, así mismo, cada quien a su manera. Creo que este problema surge principalmente por falta de reglamentaciones claras, por exceso de improvisación y por la ineptitud y falta de voluntad de nuestras autoridades.
Todos sabemos de una forma general que si se inscribe a un familiar o conocido a un bachillerato del Politécnico, la UNAM, Tec. de Monterrey o una escuela militar, hay un conjunto de reglas y obligaciones que hay que cumplir, la comunidad en general las identifica; pero que pasa si se inscribe a alguien en el IEMS, cuál es nuestra identidad, somos un modelo diferente, decimos, cuál es esa diferencia, antes destacábamos la tutoría como esa diferencia, pero ahora muchas otras instituciones la han implementado. En fin debemos de dejar bien claro quiénes y qué somos.
Acceder a una dirección dentro del Instituto es un escalón político, quizá económico, pero nunca académico. Las autoridades se instalan como viejos capataces, quienes deben de controlar, someter y dirigir a sus subordinados, sin mediar diálogo, sin entender ni diagnosticar seriamente las problemáticas de la Institución. A partir de la imposición de planes que más bien parecen ocurrencias, buscan la división y el enfrentamiento entre la comunidad, no una resolución sería a las problemáticas, pareciera que la consigna es de primero someter, vigilar y castigar, para después ahora sí obtener resultados, numéricos por supuesto, no académicos. Crear comunidades en las que los trabajadores se vigilen, se corrompan, se denuncien y después se asome la zanahoria de prebendas para aquellos que se alineen a la autoridad. Debemos tener cuidado del escalafón y los puntitos que sólo burocratizan y no nos dicen nada de una verdadera calidad en el terreno de la docencia, la enseñanza y el conocimiento.
Solamente la comunidad organizada del Instituto podrá cambiar las problemáticas de la Institución, se tiene que reconstruir el tejido social tan dañado en cada uno de los planteles, reactivar el funcionamiento de diálogo y debate constructivo en los colegios, que funcionen como punta de lanza las academias, echar a andar la integración de los alumnos y padres de familia con la Institución para determinar prioridades y entre todos hallar soluciones. Debe de reestructurarse el Consejo Interno y el Consejo General Interno con carácter resolutivo para que ahí se consensen las medidas necesarias para el mejor funcionamiento de la Institución.
Que incluso este sea un semillero de los futuros directivos de la Institución, quienes accederán no por designación de compadrazgo o favoritismo, sino por una legitimidad en el trabajo y un reconocimiento en su labor académica y política, pero política en el sentido positivo de ser prudente y hábil en beneficio del bien común. Falta mucho para consolidar al Instituto pero tenemos excelentes recursos humanos para comenzar a hacerlo.
Otra problemática que padece el Instituto es la discrecionalidad, favoritismo, falta de tacto, incapacidad política, falta de visión y compromiso académico, deficiencia administrativa y, por supuesto, falta de democratización en la toma de decisiones, por parte de la mayoría de los Subdirectores de Coordinación de planteles. Con la ocurrencia del plan Bazán y su idea dispersa, aunque un tanto maligna, de evaluar a los docentes y sistematizar reportes con el objetivo de controlar y vigilar, mas no de una visión constructiva, sino represiva.
Me vino a la mente la función de los Coordinadores, que han estado haciendo en estos diez años. No deberían de tener un plan de trabajo para resolver los problemas de cada plantel; no deberían de habernos entregado cada semestre los comentarios a nuestro PAP, PTSD, IMA y SIRAT, que estuvieron haciendo; avalan la visión de Bazán en cuanto a la existencia de profesores muy relajados (barco) y profesores muy estrictos, donde estaban ellos para hablar, orientar, reportar, etc. a estos profesores, seguramente ganándose adeptos a su causa, incondicionales. Los docentes no somos santos y hay de todo en nuestra Institución, pero no era tan difícil observar y reorientar a los profesores que no dan clase, los que se escapan del plantel, los que no dan asesorías, los que no tienen un plan para la tutoría, etc.
Hemos observado que muchas veces los Coordinadores no están en su plantel, siempre tienen juntas en el IEMS. Sabemos que varios tienen otro trabajo, empezando por nuestro Director General, que no están en planteles, que dejan al JUD o al Secretario Técnico, si es que dejan a alguien de encargado. En fin si el plan debe empezar por algún lado es pidiendo cuentas a las coordinaciones, cómo le hicieron para que creciera tanto el rezago, la deserción, que el egreso sea mínimo, la descomposición del tejido social en los planteles, etc.
Es urgente un reglamento para coordinadores, que se apeguen a él, evitemos la discrecionalidad y que éstos, sobre todo, tengan propuestas para resolver problemáticas. De esta manera si no hay resultados pueda haber rápido un cambio por un coordinador que si resuelva. Se ahorrarían muchos problemas si el Consejo Interno fuera resolutivo, ya que ellos sólo se encargarían de ejecutar lo que el Consejo decidiera.
Por otro lado qué ha pasado con los docentes del IEMS a diez años de la creación del Instituto, los que han sobrevivido primeramente estuvieron en la inseguridad constante de si se les daría o no otro contrato, después hemos tenido que luchar por un contrato de tiempo indefinido, por una base, por prestaciones establecidas en un Contrato Colectivo; también varios hemos seguido nuestra preparación profesional, casi a escondidas y con mucho esfuerzo. Algunos buscamos como actualizarnos en aspectos pedagógicos o disciplinares, intentamos nuevas formas para mejorar los resultados en el aula, algunos, por lo menos cumplimos con lo que dice nuestro contrato y nuestra designación como Docente-Tutor-Investigador, pero todo esto lo hacemos a contra corriente, no encontramos generalmente el apoyo de las autoridades, nos niegan o restringen permisos, nos imponen reportes inverosímiles, elaboran una tramitología e imponen una espera kafkiana, todo el tiempo nos tratan como si nos hicieran un favor, no como ciudadanos pensantes que luchan por sus derechos y por un desarrollo personal y profesional válido. Muchas veces merman nuestras iniciativas, las sabotean, nos aíslan. Obviamente nunca hay presupuesto para nosotros ni para las actividades que propongamos, pero eso sí siempre seremos los culpables de todo lo malo en la Institución.
Esto ha llevado a que muchos profesores pululen anodinamente por los planteles, víctimas de la indiferencia, cansados del rechazo a sus propuestas, de la falta de apoyo en actividades que podrían ayudar a la resolución de problemáticas, estos profesores se escabullen, se aíslan en el bunker de su cubículo, pierden su alma y ya no luchan ni por ellos, quizá repitan las mismas clases desde hace varios años, entran al salón con la predisposición cristiana de que todo está escrito y que no habrá posibles cambios en sus alumnos, están condenados, ya saben desde la primera semana quien cubrirá y quien no.
Están autosometidos y crítica e integralmente debemos revivirlos, debemos reeducarlos, no están en “el mejor de los Institutos posibles”, y si no es posible un cambio en ellos que la comunidad se los demande, porque nuestro principal compromiso es con los alumnos y sobre todo con los malos alumnos, son en los que debemos concentrarnos para generarles un cambio, los buenos no les hacemos falta, ellos podrían con o sin nosotros, por lo general cuando el alumno es bueno lo presumimos como producto de nuestra creación, cuando es malo es porque estuvo con otro profesor, por su medio social, por el sistema, etc.
Debemos luchar por nuestro año sabático, no como vacaciones, sino como una reestructuración en nuestro ejercicio profesional, repensarnos, darle paso a otras visiones en nuestra práctica docente, descansar de la rutina tan estresante; debemos ir por un periodo más largo de vacaciones para recuperarnos, exigir esto a las autoridades como parte de la salud a la que tenemos derecho para ejercer en mejores condiciones nuestro trabajo; debemos contar con las herramientas necesarias y suficientes en nuestros planteles para así llevar a cabo de forma óptima nuestras actividades. Es prioritario un mayor presupuesto para cursos, capacitación, diplomados, asistencia a congresos y establecer acuerdos para intercambios con otras instituciones, lo que enriquecería nuestra práctica y redundaría en un mayor prestigio para el IEMS. ¿Nos hace falta evaluación? Seguramente sí, pero con reglas bien establecidas, consensuadas por todos, que busquen corregir deficiencias, impulsar aciertos de los colegas y no acciones punitivas, sin antes buscar una solución a problemáticas.
Nuestra razón de ser como Institución es la de cumplir con una obligación que el Estado debe de garantizar a sus ciudadanos, no estamos dando un servicio, eso en el lenguaje mercantil se pone en venta, se oferta, nosotros estamos haciendo valer un derecho, el derecho a estudiar, a superar conocimientos, quizá a que tengan los alumnos movilidad social, que aspiren a una educación universitaria.
La comunidad estudiantil de nuestros planteles tiene diferentes problemáticas: descomposición social, marginación, desintegración familiar, adicciones, etc. Si a esto le aunamos que para muchos de nuestros alumnos el IEMS fue su última opción, no se quedaron en la escuela que querían, los mandaban lejísimos y no quedo otra que esta escuelita.
Nuestros alumnos vienen de un sistema educativo diferente, no son los ideales que el modelo se imaginaba, aquellos que iban a subir a todas sus asesorías, que estarían en la tutoría escuchando nuestros sabios consejos. Son alumnos con un capital cultural muy básico, en su familia muchas veces la educación no es un valor, incluso, es más bien un estorbo, les quita tiempo en lugar de que se pongan a trabajar y ayuden con los gastos de la casa.
Nuestro modelo le atinó muy bien en llevar preparatorias a comunidades en donde no las había, pero puso a profesores con un capital cultural muy diferente al de sus alumnos, profesores que a veces no pueden entender porque alguien no hace la tarea, no ve películas, no va al teatro, a museos, aunque estos sean gratis. Simplemente porque el profesor está evaluando al alumno desde su perspectiva, lo que él si haría, lo que él hizo. No repara en las diferencias de su contexto cultural, familiar y económico. Se encontrará con alumnos buenos a pesar de todas sus carencias, pero estos serán los sobrevivientes al sistema como muchos de nosotros lo hemos sido.
Tenemos alumnos muy dispares que ponen en jaque las técnicas pedagógicas de los docentes, ya que algunas actividades funcionan con algunos alumnos y otros quedan marginados, y es más fácil quedarnos con los alumnos con los que funcionó, pero no entendemos, no tenemos tiempo, recursos o capacidad para rescatar a esos alumnos con los que nuestra actividad no funcionó, y así como las autoridades nos culpan a nosotros del rezago y la deserción, nosotros culpabiliza está detrás de su falta de interés, de sus capacidades básicas, de su capital cultural.
La mayoría de nuestros alumnos no son para concluir el bachillerato en tres años, quizá dentro de los cuatro y medio, si hacemos un mayor esfuerzo por detectar sus problemáticas individuales, si tenemos, otra vez, mayor presupuesto, para culturizarlos, más prácticas en los laboratorios, más completas y complejas; más salidas a museos, parques, industrias, recreación, actividades deportivas, etc. que no se cancelen estas salidas y que no se limiten, si queremos alumnos que compitan deben saber que el mundo es más grande que su comunidad, que tienen más opciones. Debemos formar una identidad de la comunidad del IEMS, diferentes estudios muestran que mucha de la permanencia en una institución tiene que ver con la integración del alumno en su escuela, profesores, compañeros con los que se identifica y con los que comparte una identidad.
Las autoridades quieren que compitan nuestros números de egreso con los del Politécnico y la UNAM, cuando estas instituciones seleccionaron lo mejor y los alumnos querían estar ahí, esto sólo indica un desconocimiento de nuestra comunidad estudiantil, que puede desarrollarse mucho más de lo que hasta ahora lo ha hecho, pero se requiere fuerte inversión en todo el Instituto, los resultados no es sólo cuestión de buena voluntad y mucho optimismo. Hay factores específicos que requieren ser consideradas en el presupuesto, no sólo becas, políticamente rimbombantes, sino inversión en el acervo de las bibliotecas; en actividades extracurriculares; en prácticas de laboratorio y de campo; en viajes culturales y recreativos; apoyo a proyectos estudiantiles (revistas, radio, teatro, ludotecas); en cafeterías con buena oferta alimenticia y a precios de cooperativa; en la creación de equipos deportivos y apoyo en uniformes, inscripciones en torneos y transporte. Que los alumnos hablen de su escuela, que les da y porque sería mejor elegirla. A los alumnos con mayor desventaja, les debemos acercar todas las ventajas para que crezcan sus expectativas. Todo esto ligado a lo académico, lo mencionado líneas arriba, ayudaría a solucionar problemas bien específicos como la deserción y el rezago y entonces, estaríamos en la posición de competir con la institución que quieran, pero nosotros con los alumnos más desfavorecidos, más atrasados.
Por último debemos de buscar la manera de dar mayor certeza en las evaluaciones que hacemos, el alumno raras veces las entiende, los papás se quedan con la duda de si su hijo va bien o no y entre profesores también nos quedamos igual, pero agregamos una crítica maligna a nuestro colega por no ser claro como nosotros. Las personas no son números, muchas veces un promedio puede ser muy engañoso, pero nuestras evaluaciones lo son a veces más, el modelo tiene muchas cosas valiosas que debemos defender y mejorar, pero nuestra evaluación de Cubre y no Cubre es solamente clara para el alumno que lo traduce como cinco o diez, aprobé o reprobé y por más que nuestra exquisita elocuencia enumere las maravillas o deficiencias de nuestros alumnos, en general todos entendemos aprobó.
Me manifiesto por una evaluación numérica que nos dé más certeza a todos, que además se utiliza en todas partes. Sin menoscabo de nuestra originalidad, junto al numerito podemos dejar un cuadro para observaciones y darle rienda suelta a nuestras dotes literarias, pero algo sería seguro, los alumnos tendrían más certeza de cómo van, que promedio llevan y sus papás también entenderían esto. Esto nos lleva a los exagerados promedios de la certificación final, por el puro hecho de que un alumno culmine sus asignaturas ya obtuvo un ocho y en la presentación de su problema eje puede alcanzar hasta un diez que en casi todas las veces es bastante dudoso, lo que perjudica al alumno y a la institución cuando éste no puede defender su promedio en su examen a una institución superior o su permanencia en ésta. También tenemos el problema colateral de que a veces parece que se evalúa, en el problema eje, a los profesores o bien los profesores se sienten evaluados y suspiran cuando se obtiene un buen promedio, sin mencionar los problemas de la Comisión Evaluadora a la cual nadie respeta, comenzando por los coordinadores.
Con evaluaciones numéricas podríamos ser más específicos en un promedio y eliminar el vía crusis del problema eje, así como la peregrina idea de que la dirección de éstos se considere como investigación para los docentes. Que no nos espanten los números, el modelo no radica ahí, sino en hacer bien lo elemental, lo que está en nuestro contrato: docencia, tutoría e investigación. El modelo se sostiene por las comunidades en las que están nuestros planteles y por la lucha para la construcción de más, que no se nos olvide demandar todos los días la construcción del plantel de Venustiano Carranza. Nuestro modelo tiene fuerza en su forma de ingreso, con todo lo que esto implique, cuando tengamos fuerza en el egreso, nos van a temer porque se les acabarán sus argumentos a los que nos critican. En fin al IEMS lo vamos a corregir con diálogo, cariño y firmeza cuando sea necesario, veamos cómo va creciendo en diez años más.
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